lunes, 14 de noviembre de 2011

Leches



 Mi casa era una casa grande, o yo muy pequeña, estaba en lo alto de la cuesta que forma mi calle, una calle larga... bueno puede que no tan larga, pero para recorrerla entera yo tenía que dar muchos pasos.
 Mi primera maestra se llamaba Doñamaria, sólo recuerdo que era mayor (vieja), aunque a mis 4 años me parecían viejas casi todas las personas... recuerdo que al entrar en la escuela había un olor a leche en polvo, la leche que desayunábamos cada mañana allí por obra y gracia de los americanos, y los rezos, no, no era un colegio de monjas, era la escuela de un pequeño pueblo... y en el mes de Mayo, todas las tardes cantábamos: Con flores a María.
 Y el amigo de mi hermano que estaba convencidísimo de que cuando él fuese maestra y Doñamaria fuese chico, no la pasaría de la "O".
 Y la pelota escapando de mis manos calle abajo, y mi vecina enfadada por nuestros juegos en la calle, y... qué oscura estaba la esquina de la calle en las tardes de invierno.

Segunda afirmación: todo parece muy grande cuando tu eres muy pequeño.

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