sábado, 2 de junio de 2012

Quince años



  Los quince años son el mejor año de la vida, al menos desde el recuerdo. Sé que fue complicado vivirlos, pero tambien hubo sus emociones nuevas y con esto último me quedo, al menos esto es lo que quiero contar.

Lo más complicado fue, tal vez, hacerle entender a mi padre que no era facil atarme a sus prohibiciones, el hombre estaba acostumbrado a que mi hermana mayor no las cuestionara y se limitara a sufrirlas. a los quince años son muchas las cosas que una chica quiere vivir y sus padres se asustan, sobre todo si esa chica es un poco rebelde.

La primera cuestión era salir al baile de Cariñena, (el pueblo vecino) lugar de reunión de la juventud de todos los pueblos de la comarca, eso no era demasiado dificil si mi hermana y su novio estaban por allí. Era la primavera, la primavera de mis quince años... de lunes a sábado el trabajo, los paseos con las amigas, los chicos de mi pueblo... Y llegaba el domingo, por la mañana a misa, o esa era la excusa, el paseo por la carretera y los preparativos con las amigas; qué te pondrás esta tarde, como nos maquillamos, las botas de tacón... Y llegaba la tarde, y las mariposas se despertaban en la barriga, un paseo antes de entrar al baile, las miradas, la entrada, ( he visto antes a este chico y ahora me está mirando) y si ademas bailabas con él y te hacía reir, y soñabas...

Llegó el verano, yo tenía primos en Huesca y era San Lorenzo... ¡¡¡Y me marché a las fiestas!!!

Mi madre me hizo un vestido largo hasta los pies, aquel verano estaba de moda, yo era "una chica moderna" y a mi madre le encantaba hacernos ropa bonita, para entonces yo ya ayudaba mucho en la costura.

En cuanto llegué a Huesca ya tenía preparado un grupo de chicas con quien salir, me llevaron de peñas, (menos mal que mi padre no andaba cerca) y allí estaba él, 18 años, alto, sonriente, guapo... -¿Bailas conmigo? ¡Uf!
Y voló el tiempo, y pasó la noche en un suspiro... bailamos, y brincarón millones de mariposas por aquel baile; y salimos de allí cogidos de la mano. - ¿Nos vemos mañana en la feria? y nos vimos... Tres días estuve en las fiestas, tres días colgada de su mano, sin otra pretensión, ni siquiera un beso en la mejilla, bueno sí, al despedirnos, un beso y dos lágrimas. - Te escribiré.

Nos escribimos, durante un tiempo nos escribimos cartas de las de antes... y el muchacho corría.- Me voy a comprar un coche, iré a verte, hablaré con tus padres... Y yo con quince años a las espaldas y un  susto enorme le pedí tiempo...

Desde entonces, siempre, en cada Navidad me llegaba su felicitación, yo le respondía, desde entonces hasta que yo tuve novio formal... misteriosamente dejaron de llegar sus tarjetas a mis manos, (creo que las manos de mi madre sabían algo de estas desapariciones).