domingo, 5 de febrero de 2012

Medio metro mal medido


 
Me gustaba tirarme al suelo en picado, saltar sobre los montones de trigo que se secaban en la era, sentarme encima del trillo, y jugar a la pelota... Explorar terrenos prohibidos, ser la capitana de los chicos y que me confundieran con uno de ellos... no me importaba ser la fuerte, la rebelde.

Me divertía buscar entre los trapos de mi madre para vestirme de señora, ponerme los antiguos botines de mi abuela y sentarme a escucharle contarme sus historias... Ya por entonces acostumbraba a reunirme conmigo largos ratos, imaginar la vida de la gente.

No soportaba que me peinasen con coletas... ni que me comparasen con mi hermana, quizá por eso nunca me gustó ir a la escuela.

Me gustaba sentarme con mi madre y ayudarle a poner alfileres en la ropa que cosía, y mirarla mientras les daba clases de corte y confección a las chicas mayores... Y escuchar en la radio las cosas de Matilde, Perico y Periquín.

Cuando apenas levantaba dos palmos del suelo, ya me gustaba echarle un pulso a la vida e imaginar que yo ganaba.

Nota: hasta aquí la infancia, o no...